Uno de los momentos más emotivos y representativos de una boda es el intercambio de alianzas. Estos anillos representan el compromiso entre las dos personas que van a contraer matrimonio, la unión entre ellos, aunque en sus inicios paganos tenían también una connotación sexual.
Se desconoce la fecha exacta del origen de esta tradición y, aunque existen varias teorías, se han encontrado antecedentes que datan el inicio en los antiguos faraones de Egipto, para quienes la forma circular del anillo representaba el infinito, una forma sin principio ni fin, como el amor.
Los griegos fueron los que introdujeron la costumbre de llevar la alianza en el dedo anular, ya que creían que la vena que pasa por este dedo conectaba directamente con el corazón y la denominaban “la vena del amor”.
Los romanos también continuaron con esta tradición. Ellos usaban los anillos en su día a día para sellar cartas y otros elementos importantes y el día del enlace el hombre le entregaba su anillo a la mujer como símbolo de confianza. Ella utilizaba este anillo para sellar los objetos de la casa, con el fin de evitar sustracciones o extravíos.
Los romanos tenían la costumbre de entregar el anillo por el método trinitario, es decir, introducían el anillo en el dedo índicce, luego por el corazón y por último llegaban al anular, mientras recitaban las siguientes palabras “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
En definitiva, la entrega de las alianzas es una tradición que ha tenido sus variaciones con el paso de los años, teniendo en cada época unas particularidades pero hasta día de hoy las alianzas siguen siendo el símbolo por excelencia del matrimonio y del amor eterno.
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Fotografía de portada: Picotte Weddings
Via: Style Me Pretty